Marina

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Marina, de Ezequiel Barranco Moreno

viernes, 1 de junio de 2018

De héroes y sombras

El sereno. Grabado de calendarios Históricos Mexicanos

Yo recuerdo mi infancia como una escalera que sube al misterio y baja a un naranjo equivocado que huele a jazmín.
La luz de la ciudad dibujaba las sombras de mi viajes de pies limpios y de sueño cansado.
A la izquierda, la calle gris me daba ropa corta y mallas blancas, y el dolor de Sigrid,  lejana, ajena y diosa; y a la izquierda la calle blanca me daba el elixir y la mirada serena de Sigrid abrazando mi cuerpo adolescente.

¡Las doce en punto y sereno!

Los dados, una carta, un dardo y una pelota fueron mis armas para llegar a capitán, si otros capitanes, siempre enemigos, capitulaban.
Navegué a China y a Macao, en busca de oro y seda y cuando el grumete Trueno y el fiero Goliath gritaron «¡Tierra a la vista!», puse la espada cruzada o la cruz clavada en la Tierra Virgen.

¡Las dos y media y nublado!

Luché contra los indígenas y con ellos, pasé hambre y sed, enfermé y sané, me enfrenté a molinos con forma de monstruos y a monstruos con forma de molinos y volví con las arcas llenas de lápices y papel para Miguel, Garcilaso, Federico, Antonio y otros tantos fabricantes de vidas a repartir entre a nacientes y dolientes.

¡Las cinco en punto y lloviendo!

En los días fríos levantaba muros, torres y puentes, abría puertas y pasajes secretos, pintaba cada pared y así, poco a poco, construía el castillo que soñaba, hasta que las latas vacías y las cajas de galletas volvían a la alacena de la abuela en espera de una nueva aventura.

¡Las ocho y media y nevando!

Monté en mi bicicleta nueva, sin ruedines, recién comprada, salté los días a piola, construí casas y hoteles sobre el mantel, tropecé con el maestro —siempre despistado con su ciencia y olvido—, besé a mi novia, busqué con mi mujer ropa para los mellizos, acompañé a mi madre enferma, discutí con mi jefe. Ahora descanso al sol con el seis doble y la doble pareja en espera de una cita a la que no puedo faltar. La he visto llegar: pálida, enjuta, vestida de negro y de mirada penetrante; siempre tiene reservado el momento para tomar una copa con cada uno de nosotros.

2 comentarios:

  1. La vida de cualquiera de nosotros resumida en una noche de trabajo.
    Al final llega el descanso con la luz, ¿con la aurora?

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