El sereno. Grabado de calendarios Históricos Mexicanos |
Yo recuerdo
mi infancia como una escalera que sube al misterio y baja a un naranjo
equivocado que huele a jazmín.
La luz de la
ciudad dibujaba las sombras de mi viajes de pies limpios y de sueño cansado.
A la
izquierda, la calle gris me daba ropa corta y mallas blancas, y el dolor de Sigrid, lejana, ajena y diosa; y a la izquierda la
calle blanca me daba el elixir y la mirada serena de Sigrid abrazando mi cuerpo
adolescente.
¡Las doce en
punto y sereno!
Los dados,
una carta, un dardo y una pelota fueron mis armas para llegar a capitán, si
otros capitanes, siempre enemigos, capitulaban.
Navegué a
China y a Macao, en busca de oro y seda y cuando el grumete Trueno y el fiero
Goliath gritaron «¡Tierra a la vista!», puse la espada cruzada o la cruz
clavada en la Tierra Virgen.
¡Las dos y
media y nublado!
Luché contra
los indígenas y con ellos, pasé hambre y sed, enfermé y sané, me enfrenté a
molinos con forma de monstruos y a monstruos con forma de molinos y volví con las
arcas llenas de lápices y papel para Miguel, Garcilaso, Federico, Antonio y
otros tantos fabricantes de vidas a repartir entre a nacientes y dolientes.
¡Las cinco
en punto y lloviendo!
En los días
fríos levantaba muros, torres y puentes, abría puertas y pasajes secretos, pintaba
cada pared y así, poco a poco, construía el castillo que soñaba, hasta que las
latas vacías y las cajas de galletas volvían a la alacena de la abuela en
espera de una nueva aventura.
¡Las ocho y
media y nevando!
Monté en mi
bicicleta nueva, sin ruedines, recién comprada, salté los días a piola,
construí casas y hoteles sobre el mantel, tropecé con el maestro —siempre
despistado con su ciencia y olvido—, besé a mi novia, busqué con mi mujer ropa
para los mellizos, acompañé a mi madre enferma, discutí con mi jefe. Ahora
descanso al sol con el seis doble y la doble pareja en espera de una cita a la
que no puedo faltar. La he visto llegar: pálida, enjuta, vestida de negro y de
mirada penetrante; siempre tiene reservado el momento para tomar una copa con
cada uno de nosotros.
La vida de cualquiera de nosotros resumida en una noche de trabajo.
ResponderEliminarAl final llega el descanso con la luz, ¿con la aurora?
La aurora o el ocasión, un cambio ala fin y al cabo.
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