Don Quijote y los molinos, de Gustave Doré |
«Aquí yace
Miguel de Cervantes». Así rezaba la leyenda, grabada por un buril inexperto en
la parte posterior de una antigua lápida, descubierta en un pueblo de cuyo
nombre no consigo acordarme.
En
realidad, el Alcalde la había tallado en su granja, y así consiguió que
abrieran hoteles, restaurantes y negocios, un museo temático y una biblioteca
especializada, que atrajo innumerables turistas.
Todo iba
bien hasta que, en una noche tormentosa, se oyó un gran estruendo, y un
caballero, lanza en ristre, destruyó la tumba, volvió a la biblioteca y entró
en el capítulo octavo del libro, que cerró su fiel escudero.
No está cerrado. Aún hoy se oyen grandes estruendos como en la universidad de Barcelona donde, con gran valentía, los CDR consiguieron suspender un acto sobre el escritor fascista que había escrito sobre Cataluña y sus bandoleros en nada menos que cuatro libros: La Galatea(1585), Las dos doncellas (1613), la segunda parte de Don Quijote (1615) y Los trabajos de Persiles y Segismunda (1616)
ResponderEliminar(Época dorada del fascismo más rancio)
Siempre existirá una inquisición que queme libros y culturac
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