Marina

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Marina, de Ezequiel Barranco Moreno

viernes, 30 de junio de 2017

Reconocimiento

Héroes de la montaña, de Raúl Segura

La Manola regentaba una modesta venta, en la que atendía a labriegos, civiles, estraperlistas y a los escasos viajantes que cruzaban Sierra Morena camino de Andalucía. En la parte posterior tenía un pajar y allí escondía a algunos maquis a cambio de parte del producto de sus rapiñas, que luego vendía a buen precio a los civiles que patrullaban los montes.
Compartía su cama con cualquiera que se lo pidiera, y fruto de ello tuvo siete hijos, que de su marido, alcohólico dedicado a gandulear de día y desaparecer de noche, los aceptó como suyos.
De esa forma, en la posguerra, Manola Garrides Gómez, entre el negocio de la venta,  los productos de su pequeña huerta, el estraperlo y la ayuda de sus amantes vivió sin estrecheces y, pasado el tiempo, gracias a sus engaños y  delaciones, cada vez más frecuentes y siempre oportunas, alcanzó cierta notoriedad en la comarca, que alimentó con las generosas dádivas que entregaba al párroco cada domingo.

Años más tarde, en la celebración del Día de la Raza, recibió de manos del Generalísimo las Medallas al Mérito en el Trabajo y al Mérito Civil y el Premio Nacional de Natalidad.

2 comentarios:

  1. Je...lo que me pregunto es si la sonrisa que -supongo- le dedicaría al Invicto Caudillo era socarrona o sincera

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  2. Los entresijos del poder son difíciles de comprender.

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