—
Las
jornadas son cada vez más largas, dijo como si no quisiera que lo escuchara.
—
La
mies es mucha, pero los obreros pocos, escuchó a modo de disculpa.
—
El
jornal no llega a cubrir nuestras mínimas
necesidades.
—
No
solo de pan vive el hombre.
—
Estamos
extenuados.
—
Rogad,
por tanto, al Señor de la mies que envíe nuevos obreros.
—
Nuestras
familias se han dispersado en busca de futuro, y un tímido gesto de ira ensombreció su rostro.
—
Dejad
que los niños se acerquen a mí.
—
La
desesperanza se ha adueñado de los pueblos.
—
Si
tuvierais fe como un grano de mostaza, diríais a ese monte “Pásate de aquí para
allá, y se pasaría, y nada sería imposible”, y ahora vete, es hora de trabajar.
Cambiaron
los tiempos, las promesas, los gobiernos, los pastores y sus rebaños, y el silencio
dejó oír el quejido del cereal y el llanto de siglos.
El quejido del cereal, el llanto de siglos y, lo que es peor, la sordera o indiferencia
ResponderEliminarLas falsas verdades,las palabras vacías, las promesas incumplidas...y la credulidad y en conformismo.
Eliminarnada nuevo bajo el sol. Abrazos.
ResponderEliminarLos líderes lo son gracias al conformismo.
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