Marina

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Marina, de Ezequiel Barranco Moreno

viernes, 14 de julio de 2017

Fidelidad

El maestro, de Cecilia Rangel

Guardaba sus libros en la mochila y abandonaba el aula mientras él recogía los trabajos de los alumnos y ponía en orden la mesa. Cada día se cruzaban al salir del colegio, en la cafetería, en la cola de alguna tienda o cruzando una calle. Ninguno de los dos dio el primer paso. Nadie, ni ellos mismos, podían permitir que saliera a la luz lo que sentían.

Pasados los años, cuando va al cementerio a llevarle flores a su madre, al terminar la visita, deja caer una rosa en la tumba del profesor, con cuidado de que no la vean, no vaya a haber malentendidos.

2 comentarios:

  1. Guardar las apariencias por lo que hay, hubo o pudo haber, no vayan a pensar que hay o hubo.

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  2. A veces es necesario, siempre es doloroso.

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