Sol
ardiente de junio, de Frederic Leighton
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La
violenta luz naranja de aquel ocaso me hizo pensar de nuevo en ti. Miré
fijamente al sol intentando comprender que pasó la tarde en que te despediste
dejando un rastro similar al paisaje que ahora se abre ante mis ojos, pero solo
encontré incertidumbre.
Hoy,
como cada día, vuelvo a buscarte, sin saber si el mar te despertará de tu sueño
efímero o si te rendirás para siempre al aroma de la adelfa.
El mar la -o lo- devolverá de lo efímero envuelto -o envuelta- en el letal perfume de la adelfa.
ResponderEliminarHas captado la idea y devuelves una nueva opción para el desenlace (no muy optimista).
ResponderEliminarGracias.