Emprendió su particular periplo para encontrar la belleza
que la ceguera le había robado. Buscaba dar luz a su mundo, transformar sus
vivencias en colores, ver con las manos y el oído, entender porqué el frío era
azul y la esperanza verde.
Caminó sin descanso, cruzó montañas y navegó por mares y
ríos hasta alcanzar su destino: la gran catarata. Al oír el rugir de las aguas,
absorbido por el espectro de luz y color del atardecer, se arrojó al vacío y se
fundió para siempre en el arco iris.
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Ulises y las sirenas,
de Herbert James Draper.
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Una vez alcanzado nuestros sueños y anhelos, no hay mas allá. Donde está el límite?
ResponderEliminarHasta donde tu moral te deje llegar.
EliminarOle, ole
EliminarQue triste!
ResponderEliminarBuscaba el color y se fundió en el arco iris al final de su particular viaje.
EliminarUnos lo llaman Nirvana, otros Valhalla, otros Paraíso.
ResponderEliminarAlgunos lo llaman perfección
Me gusta perfección. Bonito final para este cuento.
EliminarMe gusta perfección. Bonito final para este cuento.
EliminarNo se conformaba, se lo curró, y la encontró.
ResponderEliminarEl camino es el logro en si mismo.
ResponderEliminarGracias por tu comentario.