Sobre la mesa, un catecismo, un elástico, un lapicero, unas
tizas de colores y una vieja foto con todas los niñas, el maestro, el cura y el
director. Alrededor seis jóvenes, que eran las únicas que habían cumplido la
promesa de toda la clase cuando acabaron sus estudios primarios: “Nos
reuniremos el primer sábado de octubre, dentro de veinticinco años -dijeron-
con un recuerdo del colegio”.
Al ver sólo cinco cosas en la mesa, la pequeña Julita, que
así la llamaban aún, se explicó: "Las vejaciones, burlas, insultos y mi
soledad de aquellos tiempos, no cabían en el plumier".
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Ausente, de Claudio Gallina |
NI en el plumier ni en la memoria, los hechos negativos es mejor borrarlos para poder avanzar. Leni Lavado
ResponderEliminarEn el plumier cabe todo, y mejor recordar siempre lo bueno y lo malo para prepararnos para lo bueno y lo malo. Así se hace la historia.
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