Marina

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Marina, de Ezequiel Barranco Moreno

viernes, 3 de julio de 2015

Compraventa de palabras - II

Dinero fácil

TENGO HAMBRE
"Doña Rosario abandonó su antigua casa, gritando "tengo hambre" y cargando la vieja maleta tras el funcionario. Respiró profundamente y se despidió sin volver su cansada vista atrás. Mientras algunos hermosos y desaliñados jóvenes gritaban e intentaban animarla…".

Así comenzaba el cuento con el que obtuve un importante premio en metálico que marcó el inicio de mi historia. Encontré entonces un concurso literario de esos que te limitan el número de palabras. Siguiendo el consejo de una amiga, reenvié el cuento, pero suprimiendo los adjetivos, que aportaban poco, y que además podría venderlos en una cercana feria de palabras que se celebraba en la localidad.

TENGO HAMBRE
"Doña Rosario abandonó su casa gritando "tengo hambre" y cargando su maleta tras el funcionario. Respiró profundamente y se despidió sin volver su vista atrás. Mientras algunos jóvenes gritaban e intentaban animarla…"

Con la venta de los adjetivos conseguí mantener mi ritmo de vida. Cuando se fue acabando el dinero, puse un anuncio en la prensa: "se venden artículos, conjunciones y preposiciones, por la compra de tres, regalo un adverbio". Con las palabras que quedaban, ajusté el texto, que ya resultaba de  difícil comprensión.

TENGO HAMBRE
"Doña Rosario abandonó su casa, gritando "tengo hambre"  cargando maleta  funcionario. Respiró, se despidió. Jóvenes intentaban animarla…"

Pero tuve que vender los verbos en el rastrillo para mantener mi ritmo de vida.

TENGO HAMBRE
"Doña Rosario su casa  "hambre"  maleta  funcionario. Jóvenes…"

Cuando vi que el cuento carecía de sentido, decidí parcelarlo y venderlo por palabras.

TENGO HAMBRE
"Doña  su casa. Jóvenes…"
"Doña, casa Jóvenes…"
"Doña…"

Al final, solo quedaron el título y los signos de puntuación. Vendí estos últimos y escribí cuidadosamente el título en un pedazo de cartón, que puse con sumo cuidado, junto a una lata vacía en el suelo:


TENGO HAMBRE

Sin título, de Ezequiel Barranco Reina

2 comentarios:

  1. Una obra de tu hijo ilustra el relato, me gusta, si publicas más quizás le pida el cuadro a él en vez de a ti para colocarlo en mi habitación junto al de Fernando Zóbel (que no pienso quitar por ningún otro).Leni Lavado

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  2. La obra de mi hijo es en si misma un relato. Me alegro que te guste

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