Dinero fácil
TENGO HAMBRE
"Doña
Rosario abandonó su antigua casa,
gritando "tengo hambre" y cargando la vieja maleta tras el funcionario. Respiró profundamente y se
despidió sin volver su cansada vista atrás.
Mientras algunos hermosos y
desaliñados jóvenes gritaban e intentaban animarla…".
Así
comenzaba el cuento con el que obtuve un importante premio en metálico que
marcó el inicio de mi historia. Encontré entonces un concurso literario de esos
que te limitan el número de palabras. Siguiendo el consejo de una amiga,
reenvié el cuento, pero suprimiendo los adjetivos, que aportaban poco, y que además
podría venderlos en una cercana feria de palabras que se celebraba en la
localidad.
TENGO HAMBRE
"Doña Rosario abandonó su casa gritando "tengo hambre" y cargando
su maleta tras el funcionario. Respiró
profundamente y se despidió sin volver su
vista
atrás. Mientras algunos jóvenes gritaban
e intentaban animarla…"
Con
la venta de los adjetivos conseguí mantener mi ritmo de vida. Cuando se fue acabando
el dinero, puse un anuncio en la prensa: "se venden artículos,
conjunciones y preposiciones, por la compra de tres, regalo un adverbio". Con
las palabras que quedaban, ajusté el texto, que ya resultaba de difícil comprensión.
TENGO HAMBRE
"Doña Rosario abandonó su casa, gritando
"tengo hambre" cargando
maleta funcionario. Respiró, se despidió. Jóvenes intentaban
animarla…"
Pero
tuve que vender los verbos en el rastrillo para mantener mi ritmo de vida.
TENGO HAMBRE
"Doña Rosario su casa "hambre" maleta funcionario. Jóvenes…"
Cuando
vi que el cuento carecía de sentido, decidí parcelarlo y venderlo por palabras.
TENGO HAMBRE
"Doña su
casa.
Jóvenes…"
"Doña, casa Jóvenes…"
"Doña…"
Al
final, solo quedaron el título y los signos de puntuación. Vendí estos últimos
y escribí cuidadosamente el título en un pedazo de cartón, que puse con sumo
cuidado, junto a una lata vacía en el suelo:
TENGO HAMBRE
Sin
título, de Ezequiel Barranco Reina
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Una obra de tu hijo ilustra el relato, me gusta, si publicas más quizás le pida el cuadro a él en vez de a ti para colocarlo en mi habitación junto al de Fernando Zóbel (que no pienso quitar por ningún otro).Leni Lavado
ResponderEliminarLa obra de mi hijo es en si misma un relato. Me alegro que te guste
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