—Tú estás en lo cierto, Sancho —dijo don Quijote—. Vete adonde quisieres y come lo que pudieres, que yo ya estoy satisfecho, y solo me falta dar al alma su refacción, como se la daré escuchando el cuento de este buen hombre.
Marina
viernes, 19 de enero de 2024
Palabras mágicas
Se me acumulan los garbanzos desde una tarde en que me encontré uno en el suelo y, de broma, le grité señalando al cubo de basura «abracadabra, vuela», y en vez de volatilizarse se convirtió en una pepita de oro. Algo debí pronunciar mal. Cuando lo conté me dijeron que estaba loco, pero al ver que mi familia y todos mis amigos enriquecían, dudaron, quisieron probar y empezaron a traerme tantos que ya no caben en mi casa. Todo fue bien y yo fui feliz, hasta que alguien trajo un garbanzo negro. Ahora vendo legumbres a buen precio.
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La fortuna es así, va y viene. Buen relato, con universales personajes. Un abrazo, Ezequiel.
ResponderEliminarAsí es. Ángel. Lo malo es que a veces, venga bien o mal, no sabemos gestionarlo.
EliminarNos vemos el viernes.
En principio le trajo la fortuna sin trabajarla, luego le dio la felicidad y la riqueza.
ResponderEliminarEl garbanzo negro le dio la posibilidad de volver a trabajar.
No creo que eso sea tan malo.
Vista así no está mal, pero dudo que nuestro protagonista le esté muy agradecido si garbanzo negro.
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