Empezó a llorar al verla consumirse a fuego lento.
Cuando se enteró de que los vapores de la cocción de un vecino molesto eran buenos para el cutis invitó a cenar a María, la dueña del piso de arriba y de esos tacones infernales que la martirizaban. Le pidió que entrara en la marmita, y ella aceptó sin dudarlo, era la norma y así debía ser.
Le conmovió que solo un leve quejido al llegar al punto de cocción alterara su rictus bondadoso. Entonces ya no pudo evitar las lágrimas y tuvo que retirar la cebolla.
Verás.
ResponderEliminarUna forma de evitar problemas con los vecinos es, indudablemente, pero, quizá algo violenta y expeditiva.
¿No hubiera sido mejor una reunión de comunidad, aunque a ella se pudiera acudir con pistolas, hachas, pistolas, bombas, lanzas, etc...? Para que se hiciera todo más civilizado.
En realidad, salvo la pequeña molestia de los tacones, no estaban enfrentados. Es que, a veces, la solución a los problemas y las reglas de convivencia son muy extrañas.
EliminarLas pistolas y cuchillos contra copas y pitillos no tienen nada que hacer (Miguel Ríos)
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