—Tú estás en lo cierto, Sancho —dijo don Quijote—. Vete adonde quisieres y come lo que pudieres, que yo ya estoy satisfecho, y solo me falta dar al alma su refacción, como se la daré escuchando el cuento de este buen hombre.
Marina
jueves, 26 de octubre de 2023
El más allá
La escalera que subía el cielo se había quedado corta. Me aseguraron que era suficiente con los pocos peldaños que tenía, pero cuando la vi asentada sobre un muro infinitamente más alto, me desengañé. No obstante, que para eso me había acicalado con mis mejores galas —sombrero, traje príncipe de gales y abrigo de paño gris a juego con el cielo mortecino de aquella mañana—, me decidí a subir; y aquí estoy, asomado a la interminable pared que separa la ciudad de la nada, y que se extiende desde mis ojos hasta el infinito.
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Esperando pacientemente en el purgatorio o, quizá, en el limbo de los justos.
ResponderEliminarEsperando a que aparezca una nueva escalera, más larga, que le lleve al Edén o un empujón que le arroje al abismo.
A lo mejor es que no hay que esperar nada.
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