Adán y Eva (detalle), de Alberto Durero |
El gusano llevaba tiempo en el gimnasio y, cuando se vio en forma, inició su aventura más arriesgada. Entró en una manzana y esperó mientras se alimentaba y fortalecía. El día en que la mujer, herida por el mortal veneno de la serpiente, se la ofreció al incauto humano, y este la mordió, el miserable helminto contraatacó. Le mordió la lengua y continuó por el esófago y estómago, disfrutó con la consistencia blanduzca de los pulmones, la mousse del hígado, la casquería, y con el sabor dulzón del sexo. Al terminar, dejó la piel vacía como único vestigio de la historia de la humanidad.
El gusano prosperó, se multiplicó y dominó el mundo, esclavizando a los seres inferiores.
ResponderEliminarTodo iba bien hasta que una parte pensó que la otra parte tenía más riquezas o más privilegios.
¡NO SE PUEDE CONSENTIR!
Se armó, entrenó a su ejército y se hizo fuerte.
La otra parte, temerosa de perder sus ventajas de armó, entrenó a su ejército y se hizo fuerte.
Y así estamos, las dos partes temerosas, las dos partes con ejércitos entrenados, las dos partes fuertes.
Al poco se inauguró u gimnasio para la preparación de coronavirus.
Y así estamos.
Y ahora Ucrania, Rusia y la OTAN, y nosotros, a pie de calle, aje os a los que deciden sin contar con nosotros.
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