—Tú estás en lo cierto, Sancho —dijo don Quijote—. Vete adonde quisieres y come lo que pudieres, que yo ya estoy satisfecho, y solo me falta dar al alma su refacción, como se la daré escuchando el cuento de este buen hombre.
Mariposas de Auschwitz, de Sandra Encaoua
Aprovechaban el cambio de la guardia para acercarse a la alambrada del campo de concentración. Un día, un potente foco los delató y el traqueteo de las ametralladoras terminó con esas visitas furtivas, mientras él, marcado por la estrella amarilla, y ella, hija de la cruz gamada, se juraban amor eterno.
El amor no conoce límites.El horror tampoco.
Los conocen, pero los ignoran.
El amor no conoce límites.
ResponderEliminarEl horror tampoco.
Los conocen, pero los ignoran.
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