La creación de Adán, de Miguel Ángel |
I
Me pregunto extrañado qué
si no lo conocía, que era Maradona, pero que estábamos en confianza y que lo
llamara Diego. Tras presentarme, para romper el hielo, le pregunté sobre su
mano, y me contó que era cosa de san Pedro. Me explicó que cuando le pidió las
llaves al apóstol, éste le dijo que no, que repasara su vida y entendiera que
tenía arreglar las cosas pendientes o ir al infierno; pero que no se conformó,
que exigió hablar con Dios, que Éste le dijo que no lo recibiría a no ser que
le devolviera lo que era suyo y que, al mirar hacia abajo y ver las llamas del
averno, le devolvió su mano.
Le ayudé, abrí el sobre de
azúcar y tiré el papel hecho una bola y él le dio tras o cuatro patadas y lo
embarcó en la lata de propinas del bar.
El camarero miró ofendido y
masculló un gruñido.
II
Me preguntó qué si conocía a Maradona y qué si lo había
visto y yo le dije que sí, que se acababa de ir. Tras presentarme, para romper
el hielo, le pregunté sobre su amo, y me dijo que la había abandonado en el
cielo, a pesar de que mucha de su fama se la debía a ella y, aunque no tenía
ojos, lloró amargamente. Me suplicó que si volvía a verlo la llamara y dejó
escrito en el polvo de una de las mesas del bar su teléfono.
Yo le prometí llamarla para intentar la reconciliación. Me
despedí y, justo cuando se fue, se abrió la puerta y entró Dios precedido por
una cegadora luz y rodeado de cientos de relámpagos gritando con una voz
atronadora «Dónde está mi mano», y yo preferí callarme y disimular
mientras sus ángeles rebuscaban en las esquinas del bar y en mis
bolsillos.
Fuera, Diego y la mano jugaban al escondite.
Es curiosa la tendencia del ser humano de apropiarse de partes, objetos, materiales o características.
ResponderEliminarHay ejemplos como "saeta rubia" "zurda de caoba" "músculos de acero" etc...
Posiblemente Diego Armando apuntó demasiado alto y, claro, vinieron a reclamarle.
Sí, al final lo mejor es que cada uno se conforme con lo suyo e intente sacarle el máximo partido.
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