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Fiesta en el campo, de Francisco Iturrino |
Para la feria, los treinta vecinos del pequeño pueblo andaluz prepararon una carrillada y un baile en la plaza del ayuntamiento. La comida, regada por abundante vino del lugar, resultó exquisita; el ambiente, gracias al día primaveral que amaneció y a la amistad que los unía, alegre y gratificante; y el baile, con boleros, rumbas, sevillanas y otros cantes tradicionales rematados por los fandangos de siempre, magnífica clausura de la jornada festiva.
Días más tarde, en su acomodado sillón en la capital, algunos miraron con nostalgia las fotografías que desde el pueblo les habían enviado, y decidieron que, en cuando pudieran, volverían, que allí se vive mejor que en cualquier otra parte, que es más sano y que no había maldad, pero habían olvidado el camino.
Añoramos nuestros recuerdos.
ResponderEliminarRecordamos nuestra infancia.
Recordamos nuestra vivencias.
Pero...
Nos aferramos al presente, nos agarramos a la comodidad y al poder que creemos que nos da la felicidad.
No obstante echamos de menos nuestros juegos, nuestros amigos, nuestros padres y abuelos.
Añoramos nuestra inocencia, pero no sabemos cómo volver a ella, sobre todo sin hacer daño a los demás.
Es triste.
Para volver atrás solo hace falta cerrar los ojos y dejarse llevar. Los recuerdos y sueños son terrenos exclusivamente nuestros
EliminarLástima olvidar... Lo odio
ResponderEliminarLástima el olvidar. Lo odio
ResponderEliminarHay muchas cosas que es mejor olvidar y otras que quisiéramos recordar para siempre. El problema es que no siempre se puede elegir.
EliminarMucho peor recordar según que cosas.
ResponderEliminarLo odio.
En nuestros recuerdos, buenos o malos,queramos o no, estamos.
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