Marina

Marina
Marina, de Ezequiel Barranco Moreno

viernes, 3 de abril de 2020

Pandemia


 
Coronavirus
Llevábamos un año, seis meses y catorce días confinados por culpa del dichoso virus y yo, la verdad, ya me encontraba cansado y agobiado por tanto enclaustramiento. Cada mañana me despertaba decidido a salir, pero me asomaba a la ventana y veía a esa masa de gente, yendo en todas direcciones, uniformadas con su traje azul azafata y esa cabeza redonda de igual color, con decenas de espículas terminadas en una especie de ventositas, que me hacían replanteármelo. Otras veces era por la noche cuando notaba la necesidad de tomar el aire fresco, pero me asomaba y veía la calle totalmente vacía, solo con algunas sombras que se desplazaban por las paredes de los edificios y, a veces, producían unos sonidos guturales que ponían los pelos de punta. Me amedrentaba y me quedaba en casa y, tras tomarme un tranquilizante, me acostaba hasta la mañana siguiente. 
Por fin una noche escuché cantos en la calle, era un centenar de personas que, desafiando la cuarentena impuesta, se decidió a salir en grupo. Lo hicieron sin ningún tipo de complejo, juntos, cantando y bailando detrás de un joven, que los dirigía. No lo dudé y bajé corriendo a unirme a ellos.
Desde entonces aquí estoy cada noche, siguiendo a Michael Jackson al ritmo de su Thriller.

6 comentarios:

  1. Te contagió el terrible virus, el del ritmo del Rey.
    No existe vacuna.

    ResponderEliminar
  2. Uau, genial!!!
    Dan ganas de bailar con tus letras.

    ResponderEliminar
  3. me ha encantado pero Ezequiel necesitas salir ya a por una cruzcampo esas alucinaciones me preocupan jajaja

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. No sé, no estoy seguro que sean alucinaciones. Por si acaso, estoy aprendiendo a bailar.

      Eliminar