Marina

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Marina, de Ezequiel Barranco Moreno

viernes, 10 de abril de 2020

Bonsáis

Riña de gatos (detalle) de Francisco de Goya

Quería tanto don Ramiro a su hijo recién nacido que decidió que lo mantendría siempre junto a él. Lo planeo de forma exhaustiva acudiendo a la bibliografía más actual y a antiguos tratados orientales. No podía permitirse ningún error.
Comenzó con la antigua técnica japonesa para conseguir los pies de loto, pero aplicada a todo el cuerpo y, especialmente la cabeza. Cuando vio que al final de los vendajes de piernas y brazos, comenzaron a aparecer las uñas, se las fue limando, y siguió recortando, con sumo cuidado, los pulpejos de los dedos, pero solo la piel y el tejido celular subcutáneo, para evitar hacerle daño. Terminada la operación los curaba, con anestésico local, y vendaje compresivo. De esta forma, explicada de manera muy sucinta, consiguió mantener los cincuenta centímetros que el pequeño Martín había medido al nacer.
            Con el paso del tiempo acomodó la casa para que el pequeño, que no conocía más mundo que el salón, fuera feliz. Encargó una casita de muñecas con las medidas adecuadas a su estatura, orientada de este a oeste entre dos ventanas que permitían seguir el ciclo del día y la noche, la rodeó de un jardín de césped artificial, en el que puso diversas jaulas con mariposas y grillos y plantas y arbolitos que él mismo había tratado para conseguir el crecimiento que se adaptara a la casita. El pequeño, creció feliz amparado por el cariño de su padre y libre de los peligros del mundo exterior.
            Al cumplir los dieciocho años, su padre le hizo un regalo espectacular, la compañía de una pequeña, hija de unos amigos suyos que compartían su afición y con los que había fundado el Club de los Peques. En poco tiempo, como era de esperar, se enamoraron y concibieron su primer hijo, que mantuvo las características físicas de sus padres.
            Al cumplir los cincuenta años, ya habían tenido una prole de quince hijos, y el anciano patriarca amplió la casa con doce habitaciones más, extendió el jardín y construyó una escuela a la que acudieron los hijos de otros miembros del club. Fue entonces cuando ocurrió la desgracia. Aprovechando un descuido de don Ramiro, entró un gato a la casa, mató a seis niños, a dos de los cuales se comió.
            Martín, herido gravemente, pudo escapar con su mujer y el resto de los pequeños, que en ese momento estaban en el recreo. Se escondieron en el bosque cercano y allí crearon una nueva comunidad. Martín, consciente de su debilidad, les adiestró sobre las medidas básicas para su supervivencia, y los mantuvo unidos en lo más profundo del bosque. Han pasado muchos años y los gnomos, que así los llaman aunque nadie ha llegado a verlos, siguen viviendo allí, bajo la tutela del Patriarca, que los reúne cada noche para contarle historias de su civilización, bajo la protección del dios Ramiro, al que encomiendan protección ante el diablo, al que todos conocen como Gato.

4 comentarios:

  1. A veces el mejor comentario es quedarse callada. Y disfrutar. Solo disfrutar.

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  2. Curiosa historia de protección en la que no te esperas el final. Yo pensaba que los hijos de Martín crecerían altos y fuertes y se independizarían de sus padres, pero la influencia del dios Ramiro y su iglesia resultó decisiva.
    Algo bastante actual hoy, extensible a influencers e ideólogos virtuales.

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    Respuestas
    1. Ese es un resumen de la historia de la humanidad, tanto lo que yo he escrito, como lo que tú has comentado.
      Gracias.

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