Mi material de pintura |
NO SOY PINTOR
No sé pintar la garza blanca
que irisando la noche
es capaz de dar vida a quien yace mortecino en la nada
No sé pintar la nada
ni el
silencio
ni
el dolor…
que corroe inmisericorde las sonrisas desesperadas de la
calma o el olvido
No se pintarme
ni pintarte
ni
soy capaz de esbozar al niño celeste
que ríe en la cálida mañana que soñábamos como cuando
sabíamos soñar,
cuando el sueño era un inconsciente viaje a la absurda
verdad
cuando vivía en nosotros la amapola rosa, el delfín amigo,
el hada,
compañera de
amaneceres amables con aroma a chocolate y pereza
No soy capaz de pintar la verdad,
de poner verde la muerte
porque no
hay esperanza
y
la esperanza no tiene color
ni poner azul el mar
porque el
agua es transparente y el cielo mentira
ni blanco porque es nada
ni negro porque es todo
ni rosa, ni rojo, ni aire, ni sueño, ni desesperanza, ni
apego, ni vida, ni cielo
Una gacela asustada cruza mi sueño
y se agita mientras mil leones corren de alba a ocaso
y buitres surcan el cielo en busca de olvidos
y cien serpientes vuelan sin alas
y los alacranes sin veneno
y en el alquitrán, los hombres sin alma,
sin cuerpo, sin recuerdos, sin empeños, sin razones,
pisotean rítmicamente mis sienes.
No soy capaz de pintarlo
Y una sonrisa alada atraviesa mi alma incierta en busca de
una salida noble,
se enseñorea en la esperanza que recorre mi despertar en un
nuevo día,
que llega con flores exultantes de razonable esperanza a mi
mente.
Pero, no soy capaz de pintarlo.
No sé…
quizá, la palabra.
La
palabra.
Mi material de escritura |
NO SOY ESCRITOR
No sé describir a la garza blanca
que irisando la noche
es capaz de dar vida a quien yace mortecino en la nada
No sé describir la nada
ni el
silencio
ni
el dolor…
que corroe inmisericorde las sonrisas desesperadas de la
calma o el olvido
No se describirme
ni describirte
ni
soy capaz de aproximarme al niño celeste
que ríe en la cálida mañana que soñábamos como cuando
sabíamos soñar,
cuando el sueño era un inconsciente viaje a la absurda
verdad
cuando vivía en nosotros la amapola rosa, el delfín amigo,
el hada,
compañera de
amaneceres amables con aroma a chocolate y pereza
No soy capaz de definir la verdad,
de poner palabras a la muerte
porque no
hay esperanza
y
la esperanza no tiene palabras
ni dar palabras acento al mar
porque el agua
es transparente y el cielo mentira
ni nada porque es blanco
ni todo porque es negro
ni rosas, ni sangre, ni sol, ni sueño, ni desesperanza, ni
apego, ni vida, ni cielo
Una gacela asustada cruza mi sueño
y se agita mientras mil leones corren de alba a ocaso
y buitres surcan el cielo en busca de olvidos
y cien serpientes vuelan sin alas
y los alacranes sin veneno
y en el alquitrán, los hombres sin alma,
sin cuerpo, sin recuerdos, sin empeños, sin razones, pisotean
rítmicamente mis sienes.
No soy capaz de contarlo
Y una sonrisa alada atraviesa mi alma incierta en busca de
una salida noble,
se enseñorea en la esperanza que recorre mi despertar en un
nuevo día,
que llega con flores exultantes de razonable esperanza a mi
mente.
Pero, no soy capaz de contarlo.
No sé…
quizá, el color.
El
color.
No sé Eze.
ResponderEliminarTe has pasado de bonito.
No soy capaz de escribirlo ni pintarlo ni escupirlo.
Tal vez pensarlo pero me falta, no sé: ¿Se llamará arte?
Gracias José.
EliminarLo escribí hace tiempo, había dejado de pintar y empezaba a jugar con las letras.
Lo he recuperado para publicarlo. Siento envidia de mi hija.
¡Qué bonito!
ResponderEliminarGracias Margarita, un beso.
ResponderEliminarValoro mucho tu opinión.