Marina

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Marina, de Ezequiel Barranco Moreno

viernes, 10 de agosto de 2018

No soy pintor ni escritor

Mi material de pintura

NO SOY PINTOR

No sé pintar la garza blanca
que irisando la noche
es capaz de dar vida a quien yace mortecino en la nada

No sé pintar la nada
            ni el silencio
                        ni el dolor…
que corroe inmisericorde las sonrisas desesperadas de la calma o el olvido

No se pintarme
            ni pintarte
                        ni soy capaz de esbozar al niño celeste
que ríe en la cálida mañana que soñábamos como cuando sabíamos soñar,
cuando el sueño era un inconsciente viaje a la absurda verdad
cuando vivía en nosotros la amapola rosa, el delfín amigo, el hada,
compañera  de amaneceres amables con aroma a chocolate y pereza

No soy capaz de pintar la verdad,
de poner verde la muerte
            porque no hay esperanza
                        y la esperanza no tiene color
ni poner azul el mar
            porque el agua es transparente y el cielo mentira
ni blanco porque es nada
ni negro porque es todo
ni rosa, ni rojo, ni aire, ni sueño, ni desesperanza, ni apego, ni vida, ni cielo

Una gacela asustada cruza mi sueño
y se agita mientras mil leones corren de alba a ocaso
y buitres surcan el cielo en busca de olvidos
y cien serpientes vuelan sin alas
y los alacranes sin veneno
y en el alquitrán, los hombres sin alma,
sin cuerpo, sin recuerdos, sin empeños, sin razones, pisotean rítmicamente mis sienes.

No soy capaz de pintarlo

Y una sonrisa alada atraviesa mi alma incierta en busca de una salida noble,
se enseñorea en la esperanza que recorre mi despertar en un nuevo día,
que llega con flores exultantes de razonable esperanza a mi mente.

Pero, no soy capaz de pintarlo.

            No sé… quizá, la palabra.

                        La palabra.

Mi material de escritura
NO SOY ESCRITOR

No sé describir a la garza blanca
que irisando la noche
es capaz de dar vida a quien yace mortecino en la nada

No sé describir la nada
            ni el silencio
                        ni el dolor…
que corroe inmisericorde las sonrisas desesperadas de la calma o el olvido

No se describirme
            ni describirte
                        ni soy capaz de aproximarme al niño celeste
que ríe en la cálida mañana que soñábamos como cuando sabíamos soñar,
cuando el sueño era un inconsciente viaje a la absurda verdad
cuando vivía en nosotros la amapola rosa, el delfín amigo, el hada,
compañera  de amaneceres amables con aroma a chocolate y pereza

No soy capaz de definir la verdad,
de poner palabras a la muerte
            porque no hay esperanza
                        y la esperanza no tiene palabras
ni dar palabras acento al mar
            porque el agua es transparente y el cielo mentira
ni nada porque es blanco
ni todo porque es negro
ni rosas, ni sangre, ni sol, ni sueño, ni desesperanza, ni apego, ni vida, ni cielo

Una gacela asustada cruza mi sueño
y se agita mientras mil leones corren de alba a ocaso
y buitres surcan el cielo en busca de olvidos
y cien serpientes vuelan sin alas
y los alacranes sin veneno
y en el alquitrán, los hombres sin alma,
sin cuerpo, sin recuerdos, sin empeños, sin razones, pisotean rítmicamente mis sienes.

No soy capaz de contarlo

Y una sonrisa alada atraviesa mi alma incierta en busca de una salida noble,
se enseñorea en la esperanza que recorre mi despertar en un nuevo día,
que llega con flores exultantes de razonable esperanza a mi mente.

Pero, no soy capaz de contarlo.

            No sé… quizá, el color.

                        El color.

4 comentarios:

  1. No sé Eze.
    Te has pasado de bonito.
    No soy capaz de escribirlo ni pintarlo ni escupirlo.
    Tal vez pensarlo pero me falta, no sé: ¿Se llamará arte?

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    Respuestas
    1. Gracias José.
      Lo escribí hace tiempo, había dejado de pintar y empezaba a jugar con las letras.
      Lo he recuperado para publicarlo. Siento envidia de mi hija.

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  2. Gracias Margarita, un beso.
    Valoro mucho tu opinión.

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