Marina

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Marina, de Ezequiel Barranco Moreno

viernes, 24 de agosto de 2018

El quitaletras

De las palabras y la luz, de Pedro Muiño

—"A este juego lo llaman los más viejos el quitaletras, y ya lo hemos practicado antes". Empecemos —dijo el profesor— ¿qué sobra de esta frase?
—Yo creo que la "b" y la "v" son siempre una fuente de conflictos. Yo quitaría la "v" y, en esta frase en concreto, no cambiaría de sentido —respondió el alumnos más aventajado.
—Bien, quedaría así: "A este juego lo llaman los más iejos el quitaletras, y ya lo hemos practicado antes".
—Yo eso también lo aplicaría a la "y" y a la "ll" —planteó otro alumno— ¿podría ser?
—Es justo, sigamos. "A este juego lo aman los más iejos quitaletras, a lo hemos practicado antes".
—En otro sentido, la "a" y la "o", también son fuentes de conflicto por sus connotaciones sexistas.
—"Este jyeg l ls ms iejs el quitletrs, l hems prtid nytes". Es muy complicado habrá que quitar palabras que no pueden pronunciarse ni tienen sentido —Corrigió el profesor—, quitad las sílabas impronunciables y leedlo a ver cómo queda.
—"Este jueg iejs el quitletrs, hems tid ntyes".
—A mí no me gustan la "i" ni la "u", son vocales débiles y no hay quien se aclare cuando hay que acentuarlas. Fuera, pues.
—"Este jeg ejs el qtletrs, hems td ntes".
—Hemos dejado otro conflicto: la "g" y la "j", siempre terminan confundiendo. Acabemos con ellas y volvamos a quitar las sílabas impronunciables.
—"Este e es el, hems td ntes".
—Entre la "s", la "z" y la "c", que, para colmo, esta última, se puede confundir con la "q" y la "k", hay muchas equivocaciones en la pronunciación y en la escritura. Son peores que la "b", la "v", la "g", la "j", la "y" y la "ll" —se atrevió a decir un alumno de la última fila—, y a ver si acabamos ya.
—Sea: "t e e el, hem td nte", y nos quedamos con "e e el, hem", que se puede pronunciar.
—Es cierto que es un documento legible, pero carece de sentido —volvió a interrumpir el alumno aventajado—, tres letras "e" y una sílaba absurda "hem". No tiene sentido continuar, acabemos el juego.
—Un momento —dijo el profesor—, tienes razón, pero si nos fijamos en las letras, solo una mantiene el sentido desde que iniciamos el juego, la "h". Propongo quitar todas, pero dejar la h, la única que mantiene su identidad escrita y hablada.
—Vale —contestaron todos al unísono— dejamos la "h"
—Queda pues la "h". Queda la muda. No se hable más.

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