El lector, de Piter Saura.
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Salí a dar un paseo y disfrutar de una mañana soleada, y
nada más cruzar la puerta me robaron el maletín. No llevaba nada importante, un
par de documentos, bolígrafos, el cargador del móvil, una novela y, eso es lo
que más me dolió, mi diario, que rellenaba cada día sentado en un banco el
parque.
Paseé por las calles de alrededor con la esperanza de
encontrarlo en cualquier esquina hasta que, asumida la pérdida, me volví a
casa. Cuando entré no había nadie y el mobiliario lo encontré viejo y
deteriorado, las medallas que guardaba de mis campeonatos del colegio no
estaban, mi diploma de licenciatura lo habían descolgado de la pared del salón,
las fotos de mi familia habían desaparecido, y la placa con que me despidieron
mis compañeros de la oficina también faltaba.
Para mi asombro, encontré el maletín en el sofá y el diario tirado
en el suelo. Lo recogí, lo hojeé y vi que faltaban las hojas en que relataba
las olimpiadas escolares, la fiesta del fin de carrera, mi boda y el nacimiento
de mis hijos, y la crónica de la cena de despedida del día de mi
jubilación.
Nada extraño, por desgracia es bastante habitual perder nuestro diario o parte de él. Lo peor es que no se vuelve a encontrar nunca. Se llama Alzheimer.
ResponderEliminarTiene muchos nombres: Alzheimer, abandono, despreocupación, desgana, soledad...
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