Marina

Marina
Marina, de Ezequiel Barranco Moreno

viernes, 8 de septiembre de 2017

Presbicia

Autorretrato (detalle), de Louis-Marie Autissier

Ese día tenía una cita profesional y había quedado con  un compañero de trabajo para preparar la reunión; sin embargo, a pesar de lo importante que era para mí, me quedé dormido y temía llegar tarde.

Me desperté angustiado y con la mayor rapidez posible, me puse las gafas y fui al baño para asearme. Volví a leer los papeles del avión, para lo cual cambié mis gafas de lejos por las gafas de cerca y, una vez confirmada la hora, volví a ponerme las gafas de lejos para afeitarme y asearme. Ya en la ducha me di cuenta de que había tres frascos nuevos de gel o champú que no podía identificar; me puse las gafas de cerca y cogí el adecuado, me las quité para la ducha y, ya aseado, me dispuse a ponerme las lentillas, para lo cual, me puse las gafas de lejos y salí a buscarlas.

Con el bote de las lentillas en la mano me iba a poner la del ojo derecho y me tuve que poner las gafas de cerca. Retiradas las gafas me puse la lentilla derecha y, acto seguido, la izquierda. Veía perfectamente, guardé las gafas de cerca y las de lejos en sus respectivas fundas y las dejé, junto a los líquidos y el estuche, en la mesa del despacho.

Sin perder tiempo me puse las gafillas de cerca adaptadas a las lentillas y di un último repaso al resumen que había preparado para la reunión. Al terminar, me quité las gafillas y las puse junto a las otras gafas, mientras terminaba de vestirme. Ya vestido las guardé en el bolsillo de la camisa —no podía olvidarlas—, fui en busca de las gafas de sol, ya que el día era tremendamente luminoso, y las guardé en el bolsillo interior de la chaqueta.

Afortunadamente tenía que llamar por teléfono y, gracias a ello, me di cuenta que en el bolsillo de la camisa había puesto, por error, las gafas de cerca normales en vez de las gafillas de cerca para lentillas, lo que me habría impedido leer con soltura. Corregida la grave equivocación, busqué el teléfono de mi amigo en el listín. Lo llamé pero no contestó, por lo que supuse que habría salido ya.

Terminé de preparar las cosas y me dispuse a hacer un repaso mental de mis gafas, ya que era la primera vez que viajaba desde que me había puesto lentillas. Recapitulé: Tengo los líquidos, el bote y las lágrimas artificiales en la maleta, he guardado en el maletín las gafas normales de lejos y las de cerca, tengo las lentillas puestas, tengo las gafillas de cerca para lentillas en el bolsillo de la camisa y las gafas de sol en la chaqueta. ¡Bien! Estaba todo en orden, salí, cerré la puerta y fui a por el coche.

Ya en el garaje me puse las gafillas de cerca para lentillas, para escoger la música, y salí, tras habérmelas quitado, lo más rápido posible. Al salir noté una bofetada de calor y el sol intenso me dañó los ojos, por lo que, rápidamente, me puse las gafas de sol, pero…¡maldición! Había cogido las gafas de sol graduadas, y con las lentillas puestas no veía nada. Me las quité y el sol me obligó a aparcar de cualquier modo e ir corriendo a casa a coger las gafas de sol no graduadas que me pongo con las lentillas.

Llegué a casa, me puse nuevamente las gafillas de cerca para lentillas y confirmé por última vez la hora de la cita, me las quité, cogí las gafas de sol no graduadas y me las guardé en el bolsillo interior de la chaqueta, sacando previamente las gafas de sol graduadas. Pensé entonces, que podría tener algún percance con las lentillas y que podría necesitar las gafas de sol graduadas, por lo que decidí llevármelas también y las guardé en el bolsillo derecho de la chaqueta para no confundirlas con las gafas de sol no graduadas. Posteriormente las guardaría en la guantera del coche o en el maletín, junto a las gafas normales de lejos y de cerca.

Volví a cerrar la puerta y bajé nuevamente al coche. Me puse las gafas de sol no graduadas para evitar el destello del sol y vi en el coche un papel sujeto por el limpiaparabrisas. Cambié las gafas de sol no graduadas por las gafillas de cerca para lentillas (aún no tenía gafas de sol de cerca para lentillas) y pude comprobar que era una multa de noventa euros por mal aparcamiento. Fastidiado, me quité las gafillas de cerca para lentillas y me puse las gafas de sol no graduadas, di un portazo y arranque el coche para acudir definitivamente a la cita.

Llegué tarde.

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