Autorretrato (detalle), de Louis-Marie Autissier
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Ese día tenía una cita profesional y había quedado con un compañero de trabajo para preparar la reunión; sin embargo, a pesar de
lo importante que era para mí, me quedé dormido y temía llegar tarde.
Me desperté angustiado y con la mayor rapidez posible, me
puse las gafas y fui al baño para asearme. Volví a leer los papeles del avión,
para lo cual cambié mis gafas de lejos por las gafas de cerca y, una vez
confirmada la hora, volví a ponerme las gafas de lejos para afeitarme y
asearme. Ya en la ducha me di cuenta de que había tres frascos nuevos de gel o
champú que no podía identificar; me puse las gafas de cerca y cogí el adecuado,
me las quité para la ducha y, ya aseado, me dispuse a ponerme las lentillas,
para lo cual, me puse las gafas de lejos y salí a buscarlas.
Con el bote de las lentillas en la mano me iba a poner la
del ojo derecho y me tuve que poner las gafas de cerca. Retiradas las gafas me
puse la lentilla derecha y, acto seguido, la izquierda. Veía perfectamente,
guardé las gafas de cerca y las de lejos en sus respectivas fundas y las dejé,
junto a los líquidos y el estuche, en la mesa del despacho.
Sin perder tiempo me puse las gafillas de cerca adaptadas a las
lentillas y di un último repaso al resumen que había preparado para la reunión.
Al terminar, me quité las gafillas y las puse junto a las otras gafas, mientras
terminaba de vestirme. Ya vestido las guardé en el bolsillo de la camisa —no
podía olvidarlas—, fui en busca de las gafas de sol, ya que el día era
tremendamente luminoso, y las guardé en el bolsillo interior de la chaqueta.
Afortunadamente tenía que llamar por teléfono y, gracias a
ello, me di cuenta que en el bolsillo de la camisa había puesto, por error, las
gafas de cerca normales en vez de las gafillas de cerca para lentillas, lo que
me habría impedido leer con soltura. Corregida la grave equivocación, busqué el
teléfono de mi amigo en el listín. Lo llamé pero no contestó, por lo que supuse
que habría salido ya.
Terminé de preparar las cosas y me dispuse a hacer un repaso
mental de mis gafas, ya que era la primera vez que viajaba desde que me había
puesto lentillas. Recapitulé: Tengo los líquidos, el bote y las lágrimas
artificiales en la maleta, he guardado en el maletín las gafas normales de lejos
y las de cerca, tengo las lentillas puestas, tengo las gafillas de cerca para
lentillas en el bolsillo de la camisa y las gafas de sol en la chaqueta. ¡Bien!
Estaba todo en orden, salí, cerré la puerta y fui a por el coche.
Ya en el garaje me puse las gafillas de cerca para
lentillas, para escoger la música, y salí, tras habérmelas quitado, lo más
rápido posible. Al salir noté una bofetada de calor y el sol intenso me dañó
los ojos, por lo que, rápidamente, me puse las gafas de sol, pero…¡maldición! Había
cogido las gafas de sol graduadas, y con las lentillas puestas no veía nada. Me
las quité y el sol me obligó a aparcar de cualquier modo e ir corriendo a casa
a coger las gafas de sol no graduadas que me pongo con las lentillas.
Llegué a casa, me puse nuevamente las gafillas de cerca para
lentillas y confirmé por última vez la hora de la cita, me las quité, cogí las
gafas de sol no graduadas y me las guardé en el bolsillo interior de la
chaqueta, sacando previamente las gafas de sol graduadas. Pensé entonces, que
podría tener algún percance con las lentillas y que podría necesitar las gafas
de sol graduadas, por lo que decidí llevármelas también y las guardé en el
bolsillo derecho de la chaqueta para no confundirlas con las gafas de sol no
graduadas. Posteriormente las guardaría en la guantera del coche o en el
maletín, junto a las gafas normales de lejos y de cerca.
Volví a cerrar la puerta y bajé nuevamente al coche. Me puse
las gafas de sol no graduadas para evitar el destello del sol y vi en el coche
un papel sujeto por el limpiaparabrisas. Cambié las gafas de sol no graduadas
por las gafillas de cerca para lentillas (aún no tenía gafas de sol de cerca
para lentillas) y pude comprobar que era una multa de noventa euros por mal
aparcamiento. Fastidiado, me quité las gafillas de cerca para lentillas y me
puse las gafas de sol no graduadas, di un portazo y arranque el coche para
acudir definitivamente a la cita.
Llegué tarde.
Que agobio!!!!!
ResponderEliminarEs lo que hay.
ResponderEliminarEs lo que hay, y a algunos les (nos) pasa desde hace algún tiempo.
ResponderEliminarTodos nos resistimos pero las gafas progresivas son un invento.
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