Marina

Marina
Marina, de Ezequiel Barranco Moreno

viernes, 22 de septiembre de 2017

Carta de un hombre maduro a su mujer

A carta, de Eliseu Visconti

Cuando muera, en el mismo minuto en que deje de ser yo para ser fui, quiero que mi cuerpo esté al sol, refrescado por una brisa suave y por el olor de un pinar cercano que limpie mi pasado. Quiero oír a lo lejos los nocturnos de Chopin, tener cerrados mis labios con una cereza de un rojo violento que refrene mis angustias, y que mis ojos retengan la luz serena de un ocaso.
Cuando muera, en el mismo minuto en que dejes de mirarme para empezar a recordarme, quiero recoger mis recuerdos en una medalla de plata limpia, brillante y desgastada, tener en mis manos un libro abierto y bajo mis pies un lecho de tierra. En ese instante quiero que sentir como juegos de niños silencian el murmullo de las oraciones.
Cuando muera, en el mismo minuto en que el ahora solo sea un paso al ayer, quiero que mires fijamente al horizonte para comprobar que el mundo gira, al suelo para librarte de las raíces y de las alimañas, y al mar que te traerá navíos llenos de vida.

Todo eso quiero para cuando muera, para ese minuto en que nuestra mirada se haga omnipresente y eterna. Pero si no tuviera nada de lo que pido, no te preocupes, no importa, solo dame la mano para que me arrope tu cariño y quitarme el miedo.

6 comentarios:

  1. Justo Gómez-Serranillos28 de septiembre de 2017, 9:01

    Muy bonito. Excelente.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias amigo, me alegra saber de ti y contarte entre "mis lectores".
      Un abrazo

      Eliminar
  2. Muy bonito, muy triste. Cuando me toque, no sé, no creo que añore a Chopin, a los atardeceres de Rota o a los langostinos de Sanlúcar.
    Pero querré una mano.

    ResponderEliminar