Recogida del azafrán en
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Gozaba de unos días de permiso tras el agotador verano e
intentaba olvidar los duros y monótonos meses de trabajo en la cadena de
montaje. Aproveché para hacer un viaje y
ver los campos de azafrán y la imagen bucólica de las mujeres que, de rodillas
y con sus coloridos vestidos, recogían en sus delantales, con un mimo
exagerado, cada flor y depositaban los finos estigmas en sus canastos de
mimbre.
Le pregunté a una de ellas si le podía sacar una foto. La
campesina me miró fijamente y, tras enseñarme sus manos encallecidas y su piel
quemada bajo el sol, me apartó la mirada sin contestarme.
No le hice la foto y me quedé con la sensación de que era
ella la que me había retratado saliendo del trabajo en la fábrica.
Es parte de la condición humana observar, admirar, envidiar o disfrutar del esfuerzo de los demás.
ResponderEliminarObserva, sin ir más lejos, los que miran, como un espectáculo, el trabajo de los obreros abriendo una zanja en la calle.
Miramos a los demás pero nos cuesta mirarnos al espejo.
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