En el salón estaba el cadáver, en el
suelo sobre un charco de sangre. El comisario había recibido un escueto mensaje
telefónico anunciando un asesinato en esa dirección, y ese fue el primero de una serie crímenes, sin
relación ni móvil aparente, siempre precedidos de una llamada similar.
Tras recibir una nueva nota, acudió
a la dirección que indicaba y allí estaba el cadáver, pero en esta ocasión
ahorcado. Bajo sus pies una silla caída, sobre la mesa un juego de dardos y en
la pared un gran mapa de la ciudad, en el que se podían ver pequeños agujeros donde
se habían producido los asesinatos y un dardo en una dirección que reconoció
enseguida. No hubo más mensajes.
![]() |
El destino y los juegos de azar, de
Froilán León Orozco
|
Relato publicada en la revista digital Skeimbol, en número correspondiente a abril de 2015.
Porque no empezó por el ultimo dardo. Hubiera ahogado tiempo y disgustos. O eso o no lo entendí
ResponderEliminarAsí es el azar y contra él sólo podemos modular nuestra respuesta.
EliminarGracias por tu comentario. Has entendido bien mi propuesta.