—Tú estás en lo cierto, Sancho —dijo don Quijote—. Vete adonde quisieres y come lo que pudieres, que yo ya estoy satisfecho, y solo me falta dar al alma su refacción, como se la daré escuchando el cuento de este buen hombre.
Marina
viernes, 15 de diciembre de 2023
Miedo
Llamó una y otra vez. No esperaba a nadie pero, como era habitual, día tras día, ahí estaba, tocando el timbre con una insistencia insultante. Hacía años ya que me había encerrado en mi casa en un deseo patológico de soledad. Volví a oír la llamada. No respondí ni pregunté, me quedé sentado en el sillón esperando que se fuera, pero ahí sigue. No estoy dispuesto a responder, al fin y al cabo, solo es mi yo quien me requiere.
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Si es mi otro yo bueno va.
ResponderEliminarLo malo es que mi otro yo esté en otra persona dispuesta a atormentarme. (Escribo en primera persona)
Tu otro yo no existe. Solo existe tu yo, y es tu compañero.
EliminarEs lo malo de la soledad que algunos anhelan y no saben lo peligrosísimo que es. A fin de cuentas para que contestar.
ResponderEliminarLa soledad lo juscada o no deseada es un drama. El lindo a uno mismo es un freno para resolverla.
ResponderEliminarHay que prestar atención a esa llamada. Es un error no escucharse a sí mismo. Sencilla y efectiva narrativa para un mensaje profundo, así son las buenas letras. Un abrazo, Ezequiel.
ResponderEliminarGracias Ángel por leerme y darle, como siempre, un sentido a mis palabras
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