La fiesta, de José Morillo |
—Mira, amor mío, la orquesta toca, pero nadie baila, todos están muy serios y algunos lloran.
—Es igual, cariño, bailemos tú y yo.
—Pero es nuestra fiesta, podrían felicitarnos al menos ¿no
crees? Solo murmuran sobre de un accidente junto al parking.
—Qué extraño, ahora que lo dices, no me acuerdo de dónde dejamos
el coche, es más, he olvidado haber haber aparcado.
—Yo tampoco, mi amor, es que ni siquiera recuerdo habernos bajado.
Entre la vida y la muerte solo hay un fino hilo.
ResponderEliminarSAludos.
Hay quien dice que ni ese hilo existe, que son dos realidades paralelas.
EliminarGracias por tu comentario.
Caramba Eze. Inesperado final.
ResponderEliminarExisten finales dolorosos y también los hay felices. Yo los imagino y los cuento, otros los viven.
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