Gasolinera, de Edward Hopper
Sentado sobre su Harley Davidson, sin dejar de mascar un
palillo de dientes, observaba displicente a
la joven que, rubia,
joven y descarada, le pedía un chupa-chups apoyada en un Mustang 1969 aparcado
en la gasolinera.
La dama
se le acercó dejando ver su muslo rutilante bajo la falda roja que se abría a
las miradas soñadoras. Detrás, una pandilla de sucios y malencarados
trotamundos, mascaban chicles y ramitas de maíz sin apartar los ojos de la
joven. Él se llevó la mano a la cartuchera, con parsimonia, y antes de que
nadie pudiera reaccionar, sacó su celular y marcó decidido los nueve números de
la cafetería de la estación.
En
pocos minutos Hui Ying sacó dos litros de refresco de naranja y cervezas sin
alcohol a cuenta del bar, pero eso no bastó para aliviar la tensión, que
inevitablemente acabaría un duelo. Cuando nuestro protagonista ganó el lance de
piedra, papel y tijera, y eliminó a los indeseables, nada pudo impedir que
juntos emprendieran un viaje el lejano oeste, se casaran y fundaran una familia
feliz con siete retoños.
Violencia.
ResponderEliminarDuelo sin sangre pero con armas.
Ojalá lis desencuentros y la violencia se resolvieran con Chipa-chups.
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