Marina

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Marina, de Ezequiel Barranco Moreno

sábado, 30 de enero de 2021

El viaje

Pabellón de Alfonso XII, de Manuel García y Rodríguez

En la Isleta de los Patos, en pleno centro del Parque de María Luisa, y en el cercano Monte Gurugú ─pasajes de inestimable valor romántico de Sevilla─, habían construido un puerto y un aeródromo. Todos pensábamos que nunca atracaría allí barco alguno ni aterrizaría un avión, y criticábamos la descabellada idea. A mí no me hizo gracia, tanto por lo absurdo del proyecto como, por los peligros que suponían esas actividades en el centro de una ciudad.

Pasó el tiempo y, tal como se había pronosticado, ningún barco atracó y ningún avión aterrizo, pero yo me fui acostumbrando a sentarme en un banco cercano, con un refresco y un parisién, a esperar. Fueron muchos los días en que mi único entretenimiento era mirar el reloj, el cielo y la corriente del lago, hasta que una mañana un avión aterrizó, se abrió la escotilla y una azafata me llamó. Minutos más tarde despegamos y vi por la ventanilla a miles de personas, cada vez más pequeñitas, sentadas jugando con su reloj.

3 comentarios:

  1. Curiosa historia, algo delirante quizá ¿qué fue de los patos y de los monos?
    Muy clásica la palabra "parisien" reminiscente con nuestra infancia.
    Me pierdo con los relojes.

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  2. Ahora lo he pillado. La edad, ya sabes, enlentece las neuronas (y todo lo demás)

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    Respuestas
    1. Debías tener la atención en el Monte Gurugú. Ahí la suelo tener yo.

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