Detroit Industry (detalle), de Diego Rivera |
Llovía
a cántaros, unos corrían a esconderse bajo los balcones, otros parecían
indiferentes y paseaban tranquilos bajo el aguacero, pero yo no me mojaba.
—Me
gustaría sentir caer el agua —comenté a un transeúnte.
—No
puedes, estás muerto —replicó con un tono desabrido.
—¡Vaya
tontería!. Muerto o vivo, si llueve me debería mojar —contesté.
—Tendrías
que haber nacido —terminó mientras se alejaba sin mirarme.
Si estaba muerto tuvo que nacer ¿no? y si estaba muerto cómo le habló a un transeunte?, estaba muerto también?, no lo entiendo, o somos los lectores los muertos¿?
ResponderEliminarNo sé en qué momento nacemos a la vida y a la trascendencia. Tampoco sé si al despedirnos realmente acabamos. Mi espíritu agnóstico y descreído me dice que sí, pero la escritura, el sueño, la imaginación, nos permite escaparnos del escepticismo y nos pone a cada uno en su sitio.
EliminarLas madres conocen a sus hijos, les hablan, les escuchan, perciben sus movimientos y sus latidos. O la falta de ellos.
ResponderEliminarLos hijos, en el seno materno, viven, piensan, oyen, sienten y...mueren.
Mandes e hijos están unidos hasta el parto. Roto el cordón umbilical la unión sigue para siempre.
EliminarCreo que jamás se rompe un cordón umbilical. Ni de la madre ni del padre.
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