Marina

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Marina, de Ezequiel Barranco Moreno

viernes, 6 de marzo de 2020

La peculiar milicia de un agricultor destacado

Jornaleros, de Joaquín Barahona

Nos ordenaron en la estación en tresbidillo, de acuerdo con nuestra altura, y fuimos desfilando para subir al autobús, colocados de cuatro en cuatro, en cuadrado, una locura.     Los quintos de mi pueblo nunca habíamos viajado en autobús y estábamos más pendientes de lo que veíamos que de lo que oíamos, sobre todo de la mujer del capitán, —¡vaya pantorrillas tenía, y menudo escote, que dejaba entrever el canalillo!—. El capitán no hacía más que chillarnos, darnos órdenes, amenazar con encerrarnos y asustarnos con una zueca que había cogido de una cerca.
            Me recordaba a mi viejo cuando miraba el campo y la verja. «Niño —decía—, que la mala hierba y las ramas enfermas crecen en todas partes, y empezaba con el desvareto para reparar la cerca y evitar que entraran alimañas o se escaparan las gallinas».
            Parecíamos aceitunas a las que, ya sea con vareo u ordeño, estuvieran seleccionando. De vez en cuando un sargento escogía a alguno, ya fuera por alto, fuerte o porque tuviera alguna habilidad, como mi primo Joaquín, que era cocinero, o Antonio, el estudiante; y lo llevaba a los asientos de atrás, junto al capitán y su mujer, para entretenerlos. A mí me escogió y me sentó junto a ella. Yo le sonreí muy apurado y ella se sonrojó. Le hablé de lo que sabía, de las faenas del campo, y a ella le interesaba porque sus padres tenían tierras y se había criado allí. Se quedó con mi nombre y me dijo que vivía junto al cuartel. Nunca más volví a ver al capitán a pesar de que visité su casa muchas ocasiones.
            Mi abuelo decía que un buen militar tiene que quitar la mala hierba y saber utilizar la tolva para seleccionar lo mejor y deshacerse de lo dañino, tirarlo o dárselo a los cerdos. No sé en qué pensaba el capitán.
            El olivar es una lección de vida.

4 comentarios:

  1. Me quedo algo confuso.
    ¿A quien echaron a los cerdos?
    ¿Al pueblerino?
    ¿A la mujer del capitán?
    ¿A los dos?
    Casi quiero creer que entre nuestro protagonista y la mujer del capitán mandaron a este a un innoble destino porcino.

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    1. Pues si eso es lo que quieres creer, sea (si fuera otro tu deseo para el final, también).

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  2. Lo más interesante no siempre está en los libros.

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    1. Es así, lo más interesante hay buscarlo alrededor nuestra, pero si nos pueden facilitar disfrutarlo o nosotros podemos hacer que llegue a los demás, mejor. Un lápiz y un libro son armas invencibles contra el olvido o la indiferencia.
      Gracias por tu comentario.

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