Marina

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Marina, de Ezequiel Barranco Moreno

viernes, 21 de junio de 2019

Guerra de supervivencia (Serie mis cuadros - 23)

Dársena del Guadalquivir. Sevilla.

El agua comenzó a subir, de acuerdo con las predicciones, y fue inundando el puerto fluvial, las atarazanas, el arenal, Triana, la Alameda y otros barrios aledaños al río. Poco a poco los habitantes de la ciudad abandonaron los locales, las tiendas y las plantas más bajas, para acomodarse en terrazas y pisos altos. Llegó el momento en que en la ciudad solo se veían la cúpula de la Torre del Oro, algunos campanarios, la Giralda y los rascacielos de los barrios periféricos.
Con el paso del tiempo, la población se acomodó a su nuevo hábitat. Los primeros síntomas fueron la aparición de branquias y desarrollo de sindactilia, con lo que pudieron volver a ocupar las casas inundadas. Desarrollaron las aletas dorsal y caudal, y cubrieron su piel de escamas plateadas, Llego el momento en que no eran distinguibles de los albures que tanto abundaban en el río.
Cuando, con el cambio de ciclo, las aguas volvieron a bajar, los habitantes de los pisos altos, conocidos como monos, intentaron volver a tierra, los albures, se negaron a abandonar los terrenos conquistados y se inició una lucha desigual en la que los últimos perdieron la batalla ante el potente ejército de hombres armados con toda clase de cañas de pescar, redes y otros aparejos de pesca.

4 comentarios:

  1. Los que se adaptaron vivieron felices bajo el agua.
    Los que no quisieron,no supieron o, simplemente, no se les apeteció, comenzaron a mirarlos con desprecio, con envidia, con odio.
    Lo siguiente fue sacar las armas y dejar muerte, destrucción e inservible tierra quemada.

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    1. Cada uno vivió donde creyó que era mejor. El problema surgió cuando al ambiciona lo del otro.

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  2. A todo se adapta la naturaleza y, por tanto, la humanidad.
    Si embargo, es cierto, al final acaban aflorando los dientes,las garras y los cuchillos.
    José Carlos

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    1. Ni dientes,ni garras ni cuchillos son intrīnsicamente malos. Depente de la mente que los quiera y la mano que los use.

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