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Plaza del Cabildo. Sevilla |
El
mercadillo, tradicional lugar de encuentro de coleccionistas de sellos y
monedas, ante la falta de público, se había actualizado. Con el visto bueno del
Ayuntamiento, se transformó en un lugar de compraventa de deshechos, apéndices,
órganos y miembros humanos.
Acudí
allí por primera vez por necesidad y vendí un riñón a buen precio. Meses más
tarde hice lo mismo con un pulmón y sucesivamente fui negociando con parte de mi
hígado y el bazo —que se llevaron tras una subasta una clínica ilegal. Me
atrajo la facilidad para obtener dinero, y me deshice de una pierna, de la
otra, del brazo izquierdo, ojo derecho, lengua y sexo, al tiempo que intentaba
mantener una vida lo más normal posible.
Ayer
hice mi última venta y escribí este cuento de despedida. Solo me quedaba
deshacerme del ojo izquierdo y los dedos índice y pulgar de la mano derecha.
Estaba clara su vocación de escritor.
ResponderEliminarEs triste pero hay quien vende su alma. El no lo hizo.
Otros, an cambio, se quedan con su alma, solo con su alma.
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