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Plaza Bib Rambla. Granada |
Ocurrió en
una esquina de la plaza, entre tilos, jardines y puestos de flores. Fue allí donde
la vi por primera vez, donde quedamos cada tarde durante meses y donde, hace
más de treinta años, me dejó. Desde entonces vuelvo a esa plaza con frecuencia,
compro el periódico, flores y semillas para mi jardín, y me siento en una de
las terrazas a tomar un café.
Una
mañana me pareció verla, junto a la fuente, bajo los gigantones. Vestía un
abrigo rojo, su color favorito, y compartía secretos con una amiga. Después de
tanto tiempo no podría asegurar que fuera ella, ni de que me reconocería en
caso de serlo.
Seguían
hablando y quise creer que me miró. Me acerqué al quiosco, compré un ramo de
rosas, y me senté en el bar de siempre a tomar mi café, mientras la miraba de
soslayo.
Mañana será otro día —me
dije—. Terminé el desayuno, abandoné el ramo de flores sobre la mesa, y me fui
a casa.
Mañana será otro día. El ayer pasó y no vuelve.
ResponderEliminarPero el sitio, la fuente, el tiovivo y los puestos de flores permanecen en el sitio y en el recuerdo. Igual que el ayer.
El pasado no vuelve, pero se puede revivir,soñar, reescribir...u olvidar.
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