Marina

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Marina, de Ezequiel Barranco Moreno

viernes, 19 de abril de 2019

La tempestad (Serie mis cuadros - 14)

Puerto de Magón

El primer violín hizo un gesto casi imperceptible, y el cuarteto número quince de Beethoven comenzó a sonar en el muelle. El público, que seguía ensimismado las melódicas notas de la obra, notó que se levantaba una suave brisa, y que los barcos comenzaban a balancearse al ritmo de las olas. Parecía que el viento y el oleaje se encrespaban o calmaban siguiendo la partitura, y los mástiles de las embarcaciones ejecutaran una danza, al ritmo que marcaban las cadenas, banderas y cuerdas.
Terminada la interpretación, las aplausos, que parecían dirigidos más al mar que al propio director, obligaron a éste a hacer un bis. El cuarteto, decidido y valiente, abordó la Fuga, y el espectáculo se repitió ante la obra postrera del inmortal genio. El viento arreció, el oleaje se volvió violento y anárquico, arrastrando bancos, toldos, velas y hasta al propio escenario. Un trueno anunció la lluvia mientras los músicos continuaban sin detenerse ante las inclemencias. Los mástiles comenzaron a chocar entre ellos, los barcos fueron arrastrados por el oleaje, y quedaron a la deriva o se hundieron y destrozaron contra el espigón, y el público huyó hacia un lugar más seguro. Cuando terminaron de sonar las últimas notas, el muelle estaba destrozado, los barco hundidos, y el embravecido mar comenzó a calmarse.
La prensa, al día siguiente, se hizo eco de lo ocurrido: «Una tormenta tropical causa graves desperfectos en el puerto».

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