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Mi salón |
Cambié
el color original de la pared, garbanzo claro, por un desabrido tono lila, que
ocupaba todo el fondo del lienzo. Hice una interpretación abocetada de un
cuadro que adornaba el salón y lo torcí hasta hacer que la perspectiva mareara.
La mesa la incliné para facilitar la visión de tres spatifilium deformes que situé allá donde en realidad había unas
macetas con azaleas en plana floración. Dos jarrones de filigrana plateada los
representé con vistosos colores y los deformé usando gruesos pinceles y trazos
irreflexivos. Vacié mentalmente mi biblioteca y la dejé en un segundo plano,
sustituyendo mi colección de libros por unas enciclopedias baratas de las que
dan a plazos con los periódicos, y añadí un jarrón de cristal inexistente como
único adorno. El resultado fue confuso, quizás algo inquietante y, para
algunos, simplemente feo.
Ahora,
pasados los años, me parece todo irreal… menos el cuadro.
Me ha costado.
ResponderEliminarHe tardado en darme cuenta.
Al final me ha gustado la descripción del salón.
He tardado en ver qué describías el cuadro.
Siempre cuesta reconocer el pasado con los ojos del presente (y viceversa).
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