Arco iris, de Thomas Worthington |
Iba
a empezar el segundo diluvio universal y cuando comenzó a llover huí de la
ciudad costera camino de la sierra. Solo llevé conmigo algo de ropa, la
gabardina y un paraguas, que había decorado en mi taller con los siete colores
del arco iris. Conforme caminaba, la lluvia arreció y el paraguas comenzó a
despintar, dejando a lo largo de la avenida, un rastro de colorido inconfundible.
El sol volvió a brillar y escampó.
La primavera siempre llega, más pronto o más tarde. Y deja un colorido y un aroma inconfundible.
ResponderEliminarLa vida deja un aroma inconfundible.
Así fue el pacto y así lo reeditó.
Eliminar