Boceto para Piara de Cardos, de Joaquín Sorolla |
Tenía algunos ahorros y para revitalizar mi negocio —hacía
semanas que nadie entraba a comprar en la tienda— decidí venderme algunos
objetos, comprarlos yo mismo a un precio más alto, conseguir así aumentar la
actividad y justificar algunas ventas anteriores no declaradas. El resultado
parecía adecuado. Aunque yo me empobrecía, la empresa mejoraba. Tanto fue así
que en el mercado online comenzó a haber cierto movimiento. Para mantener el
crecimiento, decidí que tenía que hacer algo para que mi nombre sonara, cree mi
propia empresa de publicidad, me nombre presidente de la misma, y me comencé a
mandar mensajes en facebook, que yo mismo me contestaba, para aumentar mi presencia
en los distintos foros empresariales. Me faltaban resortes en los más altos
niveles pero no estaba dispuesto a seguir ningún condicionante, por lo que
fundé mi propio partido del que me hice secretario general y con el apoyo de
mis seguidores de las redes sociales, conseguí entrar en los círculos más exclusivos
de la clase dirigente. En ese nivel todo parecía más fácil, fundé un grupo
inmobiliario y me hice el principal accionista, con lo que no tuve problema
para reutilizar todo el dinero recaudado en mis actividades previas, aunque he
de reconocer que no lo hice de la manera lo más legal posible, por lo que me
denuncié y me metieron en la cárcel. Durante mi estancia en prisión estudié
derecho, oposité y saqué una plaza de fiscal que utilicé para juzgarme y, no
tuve más remedio, sentenciarme nuevamente.
Pasados los años, salí de la cárcel. Me quedaban algunos
ahorros que utilicé para revitalizar mi negocio que, en manos ajenas, estaba a
punto de quebrar. Decidí venderme alguno de los objetos que quedaban en la
tienda a un precio algo mayor de lo habitual, pero convencido como estaba del
fracaso de mi anterior gestión, cambié de trabajo y me dediqué a la ganadería.
Compré una gran piara y aprendí a vivir como un cerdo más. Todos en la granja
fueron me siguieron, aunque nunca me perdonaron que quisiera controlarlo todo y
que comenzara a vender a los cerdos más pequeños a cambio de unas cuantas
bellotas.
Hoy por hoy, por desgracia hay muchos de esos cerdos que nombras y que dirigen la piara.
ResponderEliminarTambién, tristemente, hay aún más miembros de esa enorme piara de seguidores y devotos que los siguen ciegamente.
Casi prefiero lo de borregos, hombre, por lo menos en la parte que me afecta.