Marina

Marina
Marina, de Ezequiel Barranco Moreno

viernes, 16 de marzo de 2018

Riesgo calculado

Cabeza de hombre II, de Alberto Giacometti,

Sabía que esa travesía era peligrosa, la había hecho en muchas ocasiones, pero era consciente de que cada vez las dificultades eran mayores y que cualquier descuido podría ser mortal.
Miró hacia ambos lados y vio que el camino, aunque despejado, no estaba exento de peligro, ya que la velocidad del atacante es mucho mayor mientras menos gente transita y, además, a la temprana hora en que quería pasar, el sol le deslumbraba por la izquierda y la visibilidad por la derecha era escasa.
Se situó en el punto más cercano y conocido antes de decidirse a cruzar y analizó detenidamente las señales. Solo disponía de sesenta y dos segundos para alcanzar el destino y en los últimos intentos, aunque habían sido exitosos, había tardado sesenta y uno.
Vio la señal, acompañada de un suave tintineo y se decidió a cruzar. Llegó a su destino a los sesenta y cinco segundos. Gracias a Dios el conductor que venía por la derecha fue condescendiente y ni siquiera hizo sonar el claxon, aunque, al pasar junto a él, gritó: "¡Abuelo, que se le ha puesto en rojo!"

4 comentarios:

  1. Me veo reflejado! Pero a mí me dijeron "Qué haces capullo!!!"

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ante una situación de alerta todos nos sentimos amenazados. La diferencia no está en el peligro, estå en nuestra respuesta.

      Eliminar
  2. Hay heroicidades en la vida de cualquier vejete. A saber: hablar de corrido, no orinarse, acordarse de donde están las cosas, entre otras.
    Pero la mayor heroicidad de un viejo es, sin duda, caminar. La velocidad no entra en sus prioridades.

    ResponderEliminar
  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar