Jonás en el vientre de la ballena. Anónimo, ilustración |
Todos
sus compañeros de aventura fallecieron de hambre, sed o frío durante la
travesía. Sirhan, que se había preparado a conciencia y supo dosificar el agua
y el alimento, fue el único superviviente, y ya podía ver en el horizonte la ansiada
costa siciliana.
Se
desató entonces una tormenta que hizo zozobrar a la patera y lo arrojó al mar.
Justo en ese momento un monstruo emergió del fondo del mar, y se lo tragó.
Intentó
escapar, pero ni las oraciones —como a Jonás—, ni el fuego —como a Pinocho—, lo pudieron liberar.
Las
ballenas de ahora son mucho más voraces.
Mucho más voraces, mucho más insensibles y mucho más ricas.
ResponderEliminarY para colmo saben hablar.
Eliminar