Marina

Marina
Marina, de Ezequiel Barranco Moreno

viernes, 16 de febrero de 2018

Funeral



Torre del cementerio, de Vincent Van Gogh

La puerta de la parroquia se levantaba sobre un altozano. En su interior solo se  oía el susurro de las oraciones de los asistentes, y en la puerta algunos familiares y amigos charlaban, lloraban o mantenían un respetuoso silencio. Hacía mucho frío y comenzaba a anochecer cuando vi a dos pequeñas vestidas de blanco que jugaban al tejo sobre las lápidas del atrio. Sus cantos infantiles no llamaron la atención a ninguno de los asistentes al responso, que poco a poco abandonaron la iglesia sin ni siquiera dirigirme una mirada.

2 comentarios:

  1. Si el camino hacia el otro lado empezare con juegos infantiles, quizá no hubiese que temer
    tanto

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  2. En ese caso no temeríamos por nuestra marcha, sino por lo que dejamos y nos perdemos.

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