Marina

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Marina, de Ezequiel Barranco Moreno

viernes, 26 de enero de 2018

El engendro

Auto de fe de la inquisición, de Francisco de Goya.

Nació sin ojos, lengua, orejas ni nariz, y sus padres fueron quemados el mismo día de su nacimiento, por brujería. Él pudo sobrevivir gracias a los cuidados del Santo Oficio, bajo la tutela y vigilancia del Inquisidor General, que lo adoptó, y al que sirvió con abnegación y humildad toda su vida. Se le encomendaron las más diversas tareas, como limpiar, trabajar el huerto, ayudar en las ceremonias o levantar el cadalso, azuzar el fuego y preparar las sepulturas, lo que hacía a la perfección, a pesar de no poder ver, hablar, oír ni oler.
Un día, en un descuido mientras cargaba leña, se le escapó un pensamiento y fue condenado a morir en la hoguera, en el solemne auto de fe que estaba preparando.

2 comentarios:

  1. Cruel la "santa" Inquisición, injusta, arbitraria. Esto no es nuevo, pero también hábil para cazar herejías a los mudos ciegos y sordos. Esto hay que reconocerlo.

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