Marina

Marina
Marina, de Ezequiel Barranco Moreno

viernes, 22 de diciembre de 2017

Emprendedor

Las moscas, de Lorenzo Goñi

Ahí sigue, hablando sin parar. Vino al mercado a buscar trabajo, pero con ese aspecto de loco que tenía, no lo escuchamos, no sé si hicimos bien. Desde entonces está esperando así en la puerta, semidesnudo y con todo el cuerpo lleno de moscas, dice que no se mueve hasta que lo escuchemos. El problema es que ya tiene un corro de gente alrededor, algunos se ríen, otros lo miran asombrados, hasta el jefe se ha parado a escucharlo, y en el corro está el portero, que me detalló lo que decía y la conversación.

No me quieren dar trabajo y soy el que mejor puede ayudarles, como ayudé a mi familia en su pescadería, quitándoles las moscas que, atraídas por la sangre, los desperdicios, la humedad y el frescor del hielo, daban un aspecto de suciedad al puesto que alejaba a los clientes. Y en vez de agradecérmelo, me rehuían como si apestara. Ya en el colegio me pasaba, el fly me llamaban, decían que no me lavaba, —¡con los refregones con jabón lagarto que me daba!—. Tengo una foto de  entonces corriendo perseguido por una nube negra, la uso para mi perfil en facebook y será el logotipo de la  empresa que quiero fundar “El rey de las moscas”. No es un nombre original, pero es directo y llamativo.

—Pero bueno, déjese de monsergas ¿de qué quiere trabajar usted con esa pinta?
—Pues de matamoscas, de que va a ser.
—¿De matamoscas? Si todas están revoloteando alrededor suya, parece que lo quieren.
—Pues por eso, me acerco a donde más le molestan, a las pescaderías, por ejemplo, se me pegan —es un don que tengo—, y entonces, sin fumigar ni aerosoles que se carguen la capa de ozono, solo tengo que matarlas… o soltarlas en la competencia ¿qué me dice?
—Qué se vaya y me deje.

Se fue entonces al puesto de mariscos, que hoy reluce sin un insecto, y mientras sus clientes se hacen fotos con El Rey de las Moscas; la pescadería se hunde en la miseria y el dueño discute con un desconocido rodeado de ratones.

2 comentarios:

  1. Un don (o un defecto) puede tener efectos positivos o negativos pero no siempre se puede predecir cuál será. Otras veces, el efecto negativo es, por desgracia, fácilmente predecible.

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