Marina

Marina
Marina, de Ezequiel Barranco Moreno

viernes, 18 de agosto de 2017

Merecido homenaje

Paisaje nevado, de Brueghel el Joven

Quería escribir sobre el invierno, pero sin caer en los tópicos —blanca nieve, rocío de la mañana, aire gélido que corta la cara— y, desde luego, quería obviar la Navidad. Con ello descartaba el noventa por ciento de las ideas que se me habían ocurrido, por lo que salí de casa y me fui al parque para, imbuido en el ambiente invernal, buscar la inspiración.
El parque estaba vacío, los dos grados bajo cero de esa mañana no invitaban a pasear, pero a pesar de ello, me senté en un banco, cogí mi cuaderno de notas y un lápiz y me dispuse a esperar a que se despertara mi imaginación. Pasaron las horas y allí seguía, sin moverme, con la seguridad de que antes o después la primera palabra quedaría plasmada en el cuaderno y tras ella el relato vendría solo. Pasó el día y la noche y, al amanecer, cayó una nevada que me cubrió totalmente.

Pocos días después el sol se asomó entre las nubes, se abrieron las primeras rosas, todo reverdeció y las parejas volvieron a pasear por los caminos y a esconderse tras los setos, pero yo seguía igual, quieto con mi cuaderno y el lápiz y cubierto por una marmórea capa de nieve. Fue entonces cuándo los vi llegar, se situaron alrededor mía, un obrero puso una placa de mármol a mis pies y entre los aplausos del público, el alcalde inauguró el Monumento al Escritor Desconocido.   

2 comentarios:

  1. La perseverancia obtiene su fruto, aunque sea perseverar en la pasividad. Sólo hay que darle tiempo

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