Marina

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Marina, de Ezequiel Barranco Moreno

domingo, 10 de marzo de 2024

Trascencencia


Ella no sabía por qué la habían encerrado, solo recuerda que un día escucho hablar de demencia y la cambiaron de habitación.

Llevaba meses encerrada en el cuartucho de la planta alta, sin recibir más visita que la de su hija que, dos veces al día, le dejaba la comida sobre la mesa, y desaparecía con un lacónico, cómetelo todo.

Gritaba, amenazaba, golpeaba la puerta e incluso se lesionaba. «Está loca, es muy agresiva, la demencia la ha trastornado» —decían al otro lado de la puerta sin esperar respuesta.

Un día, una ráfaga de aire abrió la ventana y un rato mortecino de sol le mostró la salida. Fue entonces cuando se dio cuenta que podía volar. Ahora pasea cada noche por la casa, y las antiguas fotos guardadas en los cajones vuelven a aparecer en su sitio.

2 comentarios:

  1. Hay muchas formas de escapar de una situación incomprendida, amenazante, injusta...
    Una de ellas es la que has descrito, sin vuelta atrás pero liberadora.

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    1. Pensamientos fugaces que suelen ser fruto de ls desperación, y es mejor dejarlos pasar.

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