Miedo, de Oswaldo Guayasamín
Al abrir la puerta, la luz
horizontal del interior proyectará tu sombra al descansillo. Te reconocerás en
sus largos brazos y el torso enjuto, aunque su contorno, con tacones y falda
corta hará que te recluyas en casa. Volverás a salir y la verás, real, con un
gesto desafiante que impedirá que apartes la mirada. Te encerrarás de nuevo,
pero ahí seguirá la silueta, esperándote en la fina línea de luz que escapa de
la puerta. Sentirás que te ofrece el bolso y, por fin, lo cogerás y saldrás
orgulloso en busca de tu nueva vida.
—Tú estás en lo cierto, Sancho —dijo don Quijote—. Vete adonde quisieres y come lo que pudieres, que yo ya estoy satisfecho, y solo me falta dar al alma su refacción, como se la daré escuchando el cuento de este buen hombre.
Marina
viernes, 20 de mayo de 2022
Identidad (llegará el día)
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Hoy, emocionado, le ofrezco el bolso y el carmín y ella saldrá, orgullosa, de casa para la ceremonia del día de su graduación.
ResponderEliminarEnhorabuena hija mía.