Marina

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Marina, de Ezequiel Barranco Moreno

viernes, 21 de agosto de 2020

Vacaciones de Verano - III: De aventura

Dos leones en la jungla (detalle), de Henri Rousseau
Ese año el matrimonio y su hijo alquilaron una cabaña en un misterioso poblado situado en lo más profundo del África subsahariana. La zona se había puesto de moda para los aventureros que deseaban conocer a los animales de la zona y, en algunos casos, cazarlos para llevar sus cabezas al salón de su casa o simplemente por puro placer. Pero ese no era su caso, ellos solo querían entrar en contacto con la fauna local y disfrutar de la naturaleza virgen.

El jefe de la tribu, un emprendedor con buenas intenciones pero pocos recursos, no tenía personal para atender a los turistas que, cada año más, llegaban al poblado; así que decidió reunir a un miembro que cada especie animal y les enseñó a hablar para que atendieran personalmente —si es que se puede decir así— a cada visitante.

La idea en principio fue un éxito, pues los alumnos parecían muy motivados con su nuevo cargo y las posibilidades que se le abrían para el futuro, pero duró muy poco, ya que enseguida prefirieron hablar entre ellos y contarse sus cosas, antes que atender a los viajeros, siempre con prisas, tan aburridos y repetidos con sus historias y preguntas insulsas.

6 comentarios:

  1. Turismo, más de lo mismo, al final te compras la audio gua

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  2. Bueno. Llevaban razón, siempre hablando de dinero, de sus empresas o jefes, cuando no de mujeres.
    Las mujeres hablarían de perfumes, de ropa o del servicio (me refiero a ese tipo específico de mujer)
    Todo muy monótono y aburrido.
    Aunque la conversación de los animales sería algo así como "hoy me he escapado por los pelos de un tigre" o bien "hoy nos hemos comido un Phacochoerus y, de postre, dos Impalas y una gacela Thompson"
    También tema recurrente y aburrido.

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    Respuestas
    1. La rutina existe para todos y, aunque tiene mala fama, en necesaria y beneficiosa, sobre todo porque en ocasiones somos capaces de ignorarla y de saltar la convirtiendo ese momento en una chispa que nos hace humanos (felices o no).

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  3. Curioso relato.
    Auguro, siento ser tan ceniza, que acabarán aburriéndose de hablar entre ellos también y rugirán, rugirán y gruñirán cuando algo no les guste y se pondrán hechos una fiera.
    Hubiera sido mejor enseñarles a escribir.

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  4. Gracias por tu comentario, Margarita.
    A mí, cuando acabé de escribirlo también me entró cierto desasosiego, pero más por los hombres que por los animales, que empezaban una nueva época y eso siempre (o casi) es esperanzador.
    Respecto a lo de escribir puede que tengas razón, la escritura es la forma más sincera del habla.

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