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Parroquia de Nuestra Señora de la O. Rota |
En una
sociedad desacralizada y en plena crisis económica, los poderes eclesiásticos
terrenales optaron por abandonar el empobrecido Vaticano. Alquilaron una
furgoneta para hacer un porte con los escasos bienes que le quedaban, repartir
los de más valor, y trasladar a Dios y su corte celestial a su nuevo destino.
El
evento se organizó un Viernes Santo en Lamia Huta, capital de un pequeño y
pobre país africano en el desierto de Calazumbra. Asistieron el jefe de la tribu, el consejo de ancianos, los habitantes del pueblo y cuatro escritores,
que pronto comenzaron a extender la buena nueva.
Caramba Eze. Te mejoras.
ResponderEliminarNo acierto a decirte nada más que éste ha sido el relato que más me ha emocionado.
Por ideal.
Por irreal.
Gracias, José, me alegro.
EliminarEl problema es que es irreal, probablemente puede que ni siquiera lo consideren ideal.