Marina

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Marina, de Ezequiel Barranco Moreno

viernes, 13 de septiembre de 2019

Equilibrio (Serie mis cuadros - 35)

Villa Nervofitos


Antonio, era muy cafetero, pero los pequeños e inquietos nervofitos lo traían por la calle de la amargura. Eran traviesos, hacían carreras de natación, saltos de trampolín desde el fino de la taza, e incluso practicaban surf aprovechando las olas de la espuma creadas por la cuchara. Bailaban, reían, cantaban y, cuando iban a ser absorbidos, se agarraban a su bigote, a las gafas o al pelo, dándole tirones y evitando el descanso de la siesta.

No pudo aguantar más y decidió pasarse al descafeinado. Al principio le fue bien, pero los nescafitos, con esa pachorra que los caracteriza, incapaces de moverse ni siquiera cuando se los iban a tragar; le terminaron contagiando hasta el punto de encerrarse en la casa, entre la cama y el sofá, sin otra actividad que no fuera cambiar la cadena de la televisión.

Villa Nescafitos
Pensó que la mezcla de  nervofitos y nescafitos podría ser una solución. Comenzó a mezclar el café con el descafeinado. Notó que cuando echaba más del primero se ponía muy nervioso y cuando era mayor la cantidad del segundo, se abatía. Por mucho que lo intentó no encontraba la armonía que buscaba.

Le aconsejaron que dejara el café. Él hizo caso y optó por el té y la manzanilla, hasta que aparecieron los tenervitos y los flemanenses.

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