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Adoración de los Pastores, de Bartolomé Estebán Murillo |
La
familia Rupérez, formada por Jacinto y Fermina, felizmente casados hacía más de
quince años, y su pequeño retoño, Toñín, se disponían a disfrutar de la cena de
Nochebuena.
La
pareja se sentó alrededor de la mesa camilla, al abrigo del brasero, mientras
el pequeño, de rodillas en el suelo, colocaba en perfecto orden las figuras del
Belén, acercándolas cada día un poquito más al portal.
Un
humilde árbol de Navidad, adornado por bolas plateadas y guirnaldas rojas, y
algunos espumillones en los marcos de los cuadros y en los brazos de la lámpara
de araña que, por la ocasión, lucía con todas las bombillas encendidas,
completaban loa adornos del salón para regocijo de la familia, siempre amante de
las tradiciones.
Sobre
la mesa, la antigua mantelería de los abuelos, algo apulgarada y protegida por
un por un hule —que la mancha de tinto no sale, repetía cada año Fermina—, tres platos, servilletas rojas
con motivos navideños, las copas de la vajilla de la boda, y la sopera con un
caldo de pescado y unos muslos de pollo. En el aparador una bandeja con algunos
mantecados y dos copas altas.
En
el Belén ya estaban todos los pastores presentando a la Sagrada Familia hogazas
de pan, mantecadas, abrigos de piel de cordero, garrafas de buen vino, cobertores
de lana, morcillas, carne fresca, frutas variadas y otros productos de la
tierra. Al fondo, en la esquina más cercana a la puerta, los Reyes Magos, que
se asomaban siguiendo la estrella, camino del portal, desviaron la mirada a la
familia Rupérez, pero enseguida se volvieron. Tenían que llegar a tiempo a
adorar y entregar sus presentes al Niño.
Una visión desde el portal?, espero que todas las familias como la Rupérez estén unidas al menos una vez al año
ResponderEliminarLa historia de la familia Ripėrez,como las que veremos durante el Tiempo de Navidad y, a modo de epilogo, en el Tiempo Ordinario, coincide con muchas vidas, pasadas y actuales,profanas o religiosas.
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